lunes, 2 de enero de 2012

Mujeres que encontré en Gaza


He salido con Muna e Ibrahim a tomar un café.Es un sitio que está cerca del hotel y que tiene una sala interior donde la gente fuma larguilas, juega al billar y se reúne. Está bien, la verdad. Allí nos hemos encontrado con Darin, de Ramala que, para llegar a Gaza, a una hora escasa de camino, ha tardado dos días pues lo ha tenido que hacer a través de Amman - Cairo - Al-Arish; le gusta Gaza, dice que la gente de aquí es mucho más amable que la de Ramala y que, total, allí también están encerrados.
Trabaja para una ONG que se dedica a promocionar el empleo y esta noche nos decía que hoy había llorado al comprobar que la gente aquí no tiene ninguna disposición hacia el futuro, que ninguna empresa está dispuesta a invertir en maquinaria o en crear empleo porque no saben qué pasará, si los bombardearán, si se quedarán con los productos, si cerrarán de nuevo las fronteras completamente. Así que eso es lo que hay, que la gente vive al día, que quieren vivir y disfrutar algo y que el futuro lo ven, como poco, incierto.
Este visita me ha acercado más a la gente del PCHR, yo ya tenía mucha amistad con algunos de ellos, pero esta vez me he dedicado más a hablar con ellos y a visitarlos en sus casas y casi todos ellos, en algún momento, me han planteado que les gustaría irse o cambiar de trabajo. La verdad que trabajar por los Derechos Humanos en Gaza debe ser agotador.
Esta tarde, Samar, la traductora que me ha acompañado a Jabalya me contó que tiene una hija pequeña, de un año, más o menos, que nació con muchas incapacidades, entre ellas, ser ciega. La primera hija. Me decía que ella cree que es del fósforo blanco pues donde ella vive los soldados entraron, literalmente, a las casas, partiendo las paredes y que la guerra fue un horror desde el principio al fin, pues estuvieron en esa zona todo el tiempo. Me decía cómo escuchaba el movimiento de los tanques y las voces de los soldados. Varias veces estuvo expuesta al fósforo blanco Y me dijo que creía que los problemas de su niña eran por eso. Samar es una mujer joven y guapa, ha vivido en muchos países árabes y ella misma nació en Yemen, ahora, casada con un hombre de Gaza, siente que no es el mejor lugar para vivir y dar los cuidados necesarios a su hija.
Muna, por otra parte, me comentaba que no sabía si podría superar otra guerra como la pasada, que tuvo que huir de su casa, con sus hijos y tuvo suerte, porque justo después cayó metralla en su edificio. No creo que nadie pueda superar estas cosas del todo. Y en doble dosis menos todavía

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