lunes, 2 de enero de 2012

infelicidad




Para mí una de las cosas más horribles de estos países es la perversión de obligar a las mujeres a taparse de esta forma. Esta obligación viene de la mano de la terrible presión social que hay sobre las mujeres. Por mi parte, estos días en Egipto, las miradas de los hombres me han hecho sentir intimidación. En realidad es un país en el que se puede mirar a muy poca gente a la cara dado que hay tantas mujeres tapadas y que ello lo impide y que, a los hombres, lo mejor es casi no mirarles. Por las calles, la insistencia en meterse en tu vida acaba incomodando, sobre todo porque, en realidad, tienen muy poca capacidad para resolver cualquier cosa. Por ejemplo, ¿por qué un hombre que no sabe una palabra de inglés me pide la tarjeta del hotel para explicarme donde está si no sabe leer???? Y luego insiste, a pesar de que yo le contesto malhumorada, porque a la gente amable se le ve, pero hay mucho tipo por ahí colgado que en realidad piensan que por no ir tapadas o por ser occidentales tenemos otra vara de medir. Puede que la tengamos, pero sobre todo se manifiesta por nuestra capacidad para decidir.
Pero esa especie de intimidación que ejerce la mirada permanente de los hombres, de abajo a arriba de tu cuerpo, escudriñando tus movimientos y tus gestos, esa especie de patente de corso -que por cierto, no está mal compararlos con los piratas - que parece que tienen, es bastante molesta y sobre todo, resulta asquerosa. Así que no me extraña que muchas mujeres lo decidan para quitarse del medio, para que no las molesten, para no sentirse abusadas; no me extraña que existan vagones en el metro solo para las mujeres, donde el espacio reservado les permite una mirada y una conversación libre y que busquen estos reductos de forma cada vez más generalizada. Espacios que las dotan de una personalidad y un valor que no reciben socialmente. Aquí, en Egipto a muchas mujeres se las insulta por el simple hecho de ir destapada, se las llama puta, por ejemplo. Algunas, que desconocemos lo que nos dicen, no nos damos por aludidas. Pero aún después de la revolución, la mayor parte de los hombres no se han enterado de que las mujeres reclaman un espacio propio y compartir el de todos. Reclaman formar parte de la sociedad y que se las respete en sus decisiones.
Por esto, el gesto de esta mujer en la foto me resulta sugerente, pues, obligada de una u otra manera a taparse, ha vuelto su cara hacia abajo para no ser retratada. ¿Qué sentido tienen si ya están fuera de la imagen???
Su marido, total, podría hacerle la foto a un paño de cocina y sería igual de conmovedor.

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